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Conoce la historia de los magos de Colvin

Hoy traemos algo muy especial. Queremos hablar de una parte del equipo con la que soléis intercambiar alguna que otra llamada. Son los que más conectados están con vosotros y que intentan que cada uno de los paquetes que salen lleguen a vuestras manos y lo hagan de la mejor manera posible. ¿Te apetece que te contemos una historia preciosa que nos pasó el otro día?

El departamento del que estamos hablando es el de atención al cliente, o customer service, verás que hacen magia para solucionar los problemas que surgen y así darte el mejor servicio. Es por eso, que les llamamos wizards, es decir, magos. Si no nos crees mira lo que hizo Iván para que la abuela de Laura, Mari Ángeles, tuviera el ramo de sus nietas, quien estas navidades no podrán estar con ella. Os dejamos con él:

Todo ha empezado con una llamada a primera hora de la mañana. La he cogido y al otro lado del teléfono se ha presentado Laura,  estaba bastante preocupada porque su pedido no iba a poder ser entregado. Me ha contado que la empresa de reparto se había puesto en contacto con ella, diciéndole que el pedido se encontraba en una zona de reparto peligrosa y conflictiva, y que ellos allí no hacían servicio de entregas allí.

Laura me ha contado como actualmente vivía fuera de la ciudad, y le era imposible ir a recoger el pedido. También me ha explicado lo especial que era esa entrega. Se trataba de un regalo que le hacían unas nietas a su abuela, ya que estas navidades no podrían pasarla juntas y querían tener ese detalle con su abuela. También me ha comentado como era imposible que su abuela fuera a recoger el pedido, pues la oficina se encontraba en la otra punta de la ciudad, a casi 1 hora caminando del domicilio.

Me he quedado un minuto mirando fijamente la pantalla, con cara de incredulidad, sin entender por qué esto iba a pasar. Revisando de nuevo el pedido he visto que la dirección de entrega se encontraba en Sabadell, y yo, que vivo en Sant Cugat del Vallés, conozco la ciudad ya que está a unos 15 minutos de la mía.

Estaba reunido con María, mi Team Leader, y casi sin pensarlo le he dicho: “María, salgo yo a repartirlo”. María se ha quedado un poco en shock y le he repetido: “Que sí, que cojo el coche y se lo reparto yo”. Lo que parecía un hecho surrealista pronto se ha convertido en una posibilidad, pues las pocas posibilidades de que María Ángeles tuviera su regalo pasaban por hacer yo mismo la entrega.

Nos hemos puesto manos a la obra y he llamado a Laura para comunicarle nuestra particular solución.  He cogido el coche y he salido en dirección a la oficina de reparto.

He llegado al barrio, me he bajado del coche con la caja, he caminado 30 segundos pensando cómo tenía que entregar las Colvin, que le iba a decir a la abuela de Laura y de verdad, me he puesto nervioso.

He tocado al timbre, y ha bajado Maria Ángeles, me ha abierto la puerta y le he entregado el paquete. Le he preguntado: “¿Sabe quién le hace este regalo?, y tras cinco segundos de pausa y respirar hondo, me ha contestado “mis nietas, seguro”. La he visto emocionada con el detalle, y, sobre todo, por acordarse de quien se lo regala.

Me ha guiñado el ojo y le he deseado que tuviera un día maravilloso.

One Comment

  1. Marta

    Que bonito gesto, por personas así no se acaba el mundo. Yo hice una vez algo muy parecido. Trabajaba en una tienda de telefonía, un señor muy mayor vino a dejarme su teléfono para arreglar. La compañía le daba uno de sustitución pero al día siguiente. El problema es que al día siguiente lo operaban, y se quedaba totalmente incomunicado. Al día siguiente como tenía la dirección y no vino a recogerlo, fui y se lo llevé presencialmente a casa cuando salí en mi descanso. Él no sabía cómo darme las gracias, se emocionó muchísimo y yo todavía me acuerdo y me emociono también. Ojalá todo el mundo fuera tan humano como tú, ¡feliz año equipazo de Colvin! 🙂

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